En nuestra colombofilia, como en cualquier otra actividad humana, cabe decir aquello de “cada maestrillo tiene su librillo”, pero en nuestro caso son muchos los que tienen el mismo librillo.
En Canarias, en general, QUEMAMOS LAS PALOMAS y las quemamos cuanto más pequeño es el palomar o dicho de otra manera, cuando año tras año viajamos un número pequeño de palomas y todas han de ser encestadas, semana tras semana, desde que comienza la campaña hasta que termina.
Y esto no sería un problema si lo hiciéramos con palomas a partir de los DOS AÑOS DE EDAD.
Con planes de vuelo pensados, establecidos y acordados por grandes palomares y especialmente, grandes fondistas o por quienes pretenden serlo, se llevan las palomas, aún muy jóvenes, a distancias inadecuadas y, en muchas ocasiones, suelta tras suelta.
Y de esta manera muchas palomas hacen la campaña o desaparecen en ella, cuando aún no han cumplido el año de edad, cuando es, a partir de los DOS AÑOS, cuando una paloma ha madurado suficientemente y, en caso de extravío, busca como sea su palomar.
Y en este comportamiento se encuentran la mayor parte de los COLOMBÓDROMOS y las competiciones DE OTOÑO. Y tanto en un caso, como en otro, las pérdidas suelen ser masivas. PORQUE NO HAY NADA MEJOR PARA PERDER PALOMAS, QUE VIAJARLAS JÓVENES, SIN TERMINAR LA MUDA Y EN TIEMPO METEOROLÓGICO ADVERSO.
Así, muchos aficionados nunca sabrán si una pareja es suficientemente buena, porque el que su descendencia viaje o no viaje bien antes del año de edad, NO ES SUFICIENTEMENTE SIGNIFICATIVO. Muchas palomas que tardan en llegar al palomar en sus primeros meses de vida, pueden ser grandes palomas una vez alcanzada la edad adecuada.
Y este comportamiento con las palomas jóvenes, no es bueno para la colombofilia y, por lo tanto, ni es bueno para las palomas, ni es bueno para el colombófilos y así, de esta manera, colombofilia y colombófilo van desapareciendo mientras miramos para otro lado y no asumimos nuestra propia responsabilidad.
Porque hemos de ser corresponsables con la colombofilia, con la mayoría de quienes la practican y especialmente con las palomas que, como seres vivos, merecen.
Juan reboso